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Imatge

El conte del mes d'abril!

Enviado por guille el

Cos

Us compartim el relat de  Maria Martinez escollit com "el conte del mes d'abril", d'entre els que han escrit les persones que fan el taller de contes del Ateneu Candela cada dilluns.                                            

 

La estación  

 

"No quiero seguir viéndote. No eres lo que yo quiero en mi vida. Lo siento, hemos terminado". Aquellas palabras estaban grabadas a fuego lento en mi mente. Resonaban una y otra vez. Recorrían toda mi cabeza haciéndola arder y cuando ya toda estaba hirviendo se deslizaban hacia abajo metiéndose en mi corazón, aprisionándolo hasta hacerlo estallar. La vida ya no tenía sentido para mí. No, desde aquel maldito día, en que sus labios rosados pronunciaron aquellas palabras. Pensaba que sería mía, mía para toda la vida, para toda la eternidad. Dejo caer el periódico lentamente en el banco donde estoy sentado, que solo finjo leerlo en un intento desesperado de ocupar mis pensamientos en algo que no sea Adelina. Cómo me dolían esas palabras, cómo atravesaban mi corazón, igual que si fueran una lanza. Aún recuerdo sus últimas palabras de amor en mis oídos. Me amoldé tan perfectamente a ella, que ahora me he quedado roto. Me paso la mano por la frente, recuerdo sus dedos acariciando mi piel, y unas lágrimas brotan de mis ojos. Nuestras almas estuvieron entrelazadas cuatro años, con eternos susurros, con eternas miradas de amor. Nos conocimos en una función de teatro, cuando yo tenía veintiocho años y ella veintiséis. Aún recuerdo la primera vez que me miró, cómo derramó en mi camiseta aquel café y, sonrojada, me pidió perdón.

Ahora, aunque ella lo niegue, sé que me abandona por otro hombre, y sé que es por Raúl. Estos últimos tres meses la he estado siguiendo. Dos tardes por semana se reunía con un hombre apuesto en una portería de la calle Mayor. Estoy seguro que era Raúl, se parecía mucho a él. Ya no quiero seguir viviendo esta agonía. Lo tengo todo pensado, solo me queda esperar un poco más. Me limpio con las manos mis ojos enrojecidos y como un alma en pena,  me levanto y me acerco hasta aproximarme justo al borde de las vías del tren. Miro el reloj, son las seis y veinticinco de la tarde, solo quedan cinco minutos para que todo termine. Ya no volveré a recorrer el mismo trayecto cada tarde al salir de la oficina. No volveré a estar solo. No sentiré más esta perpetua agonía, solo cinco minutos y...

─ ¡Hombre Luís, cuánto tiempo sin verte! ─me dijo una voz cerca del oído, mientras una mano se posaba en mi hombro izquierdo.

Era Raúl. ¿Qué hacía allí en aquella estación y en aquel preciso momento? Sentí las venas de mis ojos se inyectarse en sangre.

- Hola Raúl, sí, cuánto tiempo. Qué alegría verte de nuevo. ─mentí, disimulando mi odio.

Raúl me miraba con la misma estúpida sonrisa que tenía tiempo atrás en el instituto. En aquel tiempo yo estaba enamorado secretamente de Beatriz, se sentaba delante de mí, su voz era dulce, su risa hacia florecer mi alma, pero yo nunca me atreví a decirle nada. Solo, tímidamente, le contestaba cuando ella me pedía alguna cosa que se le hubiera olvidado. Un día, me dije, de ésta no pasa, le pediré si quiere salir conmigo. Pero allí estaba Raúl, en la misma clase, y a la misma hora en que yo decidí acercarme a ella, el se aproximó a Beatriz y con su estúpida sonrisa y ese carisma que las volvía locas a todas, me la quitó.

Pero Beatriz, ya quedó atrás, y ahora mi corazón solo palpita por Adelina. Pero ella ya no volverá a ser mía, porque Raúl también me la quitó. Ahora me he convertido en un despojo, que irremediablemente tendrá su fin. Abstraído en mis pensamientos, me dí cuenta que Raúl seguía hablándome.

─ ¿Te acuerdas de Verónica, la rubia de las trenzas? Al final me casé con ella.

─ ¿Verónica? ¿Y qué pasó con Beatriz? ¿No os habíais hecho novios?

─Va, Verónica era mucho más guapa. Lo de Beatriz solo era para pasar el rato. No tengo la culpa de que todas las chicas fueran detrás de mí. Solo que ahora estoy otra vez solo, al final nos divorciamos.

Aquello fue la gota que colmó el vaso, ¡claro, ahora iba detrás de Adelina!. Mi odio por él se acrecentó aún más. Otra vez estaba ahí, entrometiéndose en mi vida, dispuesto a dejarme sin mi amor. Siento las venas de mi cabeza palpitar, y un sudor frio recorre mi frente.

Escucho los silbidos del tren aproximándose. El rencor abraza mi corazón y lo convierte en cenizas. La multitud de la gente arremolinada en el andén hace más fácil mi cometido. En cuanto veo aparecer el tren por la boca del túnel, agarro con fuerza a Raúl y sin pensarlo dos veces lo lanzo a las vías. Siento ligereza en mi corazón, como si una carga muy pesada se hubiera desprendido de él. Mis labios sonríen y solo me doy cuenta de lo que he hecho cuando escucho los gritos de la muchedumbre. En ese momento empiezo a temblar y, sigilosamente, atravieso todo el andén, subo las escaleras y sigo mi huida por varias calles, ahora de forma desesperada.

Tomo un autobús hasta mi casa. Sentado en él, me doy cuenta que todos los poros de mi piel sudan y la garganta está enrojecida. No sabía si Raúl estaría muerto o seguiría vivo. Solo sé que mi plan era otro, que nunca me habría imaginado que mi destino hubiera seguido un plan diferente. Aún así me arrepiento de lo que he hecho. Era yo el que tenía que saltar a las vías y estar aplastado como una cucaracha. No he sabido conservar el amor de Adelina.

Pero mi amor por ella está intacto. ¿Por qué debería cambiar? Siempre será así y siempre lo será, sé que nunca dejaré de amarla y aunque mañana volveré otra vez a intentar mi cometido,  tengo la esperanza de que en la otra orilla mi dolor se mitigue y mi corazón se apacigüe.

Abro la puerta de mi casa y entro. En ese momento suena el móvil y mi corazón da un vuelco cuando veo que es Adelina. Me dice todas las palabras de corrido, sin dejarme hablar. "Luís en el tiempo que he estado sin verte, me he dado cuenta de que te sigo queriendo. Quise ocultarte que estaba saliendo con otro, pero tienes que saberlo. A él no lo conoces, solo es un amigo del trabajo. Se llama Víctor, pero quiero que sepas que no podría estar con otro que no fueras tu. Perdóname amor mío y vuelve conmigo, dame otra oportunidad, te lo suplico".

 

María. 2015